Bélgica: Flandes vs Valonia

Publicado en por Pepola

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El problema de la division de Bélgica no es de ahora sino que se remonta  muy atrás.

Hunde sus raíces en las migraciones prehistóricas, la política extranjera de la Roma Imperial, las revoluciones de los siglos XVI y XIX, las dos guerra mundiales y la evolución de las diferentes economías dentro de la misma Bélgica.


El corazón del problema se sitúa el hecho que en Europa occidental, la línea de separación linguística entre la familia de hablas germánicas y románicas atraviesa Bélgica de este a oeste.


Bélgica está históricamente dividida en dos lenguas: el neerlandés, que hoy es hablado por un 60% de la población, principalmente en la región de Flandes, y el francés, con un 40% de francófonos en la región de Valonia.

 

En Bruselas, la capital, también se habla francés, aunque es una ciudad oficialmente bilingüe. Un 1% del país es, además, de habla germana.

Se trata de una diversidad lingüística alrededor de la cual siempre han surgido conflictos políticos y socio-culturales.

 

En algún momento del siglo II a.C. las tribus germánicas de la Edad del Hierro desplazaron al celta como principal lengua de esta zona (que hoy comprendería los Países Bajos y parte de Bélgica). Posteriormente cuando Julio césar conquistó la Galia (Francia) a mediados del siglo I, tuvo lugar un largo proceso en el que el latín pasó a sustituir al celta.

 

Esta división linguistíaca se vió reforzada en el siglo IV d. C. debido a que la Roma Imperial permitió a los bárbaros germánicos (pueblos que no hablaban latín) se asentaran en la actual Bélgica septentrional. Esta división se vió favorecida por la naturaleza pantanosa que prensenta el litoral norte de Bélgica y la despoblación causada por las guerras fronterizas en las que prácticamente ningun centro urbano romano floreció. Como resultado, la civilización romana (y por tanto el latín) no se estableció en esta zona y permitió que sobreviviera el idioma germánico de la Edad de Hierro relacionado con el franco, variante que posteriormente evolucionó hasta convertirse en el actual neerlandés.

 

La religión constituyó la segunda gran división en los Países Bajos y en algunos aspectos aún sigue viva en la actualidad. En un principio toda la región era católica. Hacia el año 1500 los Países Bajos se convirtieron en el centro comercial de la Europa Noroccidental y ejercían una gran influencia tanto en el mar del Norte como en el Báltico, controlando además la desembocadura del Rhin. Tal desarrollo trajo consigo la aparición de grandes ciudades (Amberes, Amsterdam, Leiden y Haarlem), en las cuales hacia 1560, ya ahbía empezado la rama austríaca (1477) y española (1516).


Para empeorar las cosas, en la segunda mitad del siglo XVI, los españoles se veían a sí mismos como los defensores de la fé católica ante el avance protestante que sacudía Europa. Así, se declaró una guerra de independencia de la España católica, que duraría 80 años, desplanzando a unos 120.000 protestantes al norte del país y polarizando el dos al país de manera permanente. Durante 300 años los Habsburgos españoles (y después los austríacos) controlaban el católico sur mientras que la dinastía protestante de Orange ejercía su dominio en el norte.

 

Tras la revolución francesa, el status quo se vino abajo, ya que la Revolución Francesa, aliada con los radicales de la región, pasó a controlar los Países Bajos austríacos (Bélgica) y la República Holandesa.

Esta reunificación francófona allanó el camino (tras la derrota de Waterloo) para que se produjera la creación del Reino Unido de los Países Bajos, liderado por protestantes holandeses.

Este estado híbrido era de caracter marcadamente autocrático: mitad católico, mitad protestante, y totalmente imposible de gobernar.

Así quedó demostrado en 1830, cuando el sur católico, apoyado por los liberales en contra de la autocracia, hicieron estallar una revolución que tendría como resultado la creacauión de un nueva estado europeo: Bélgica.

 

Fruto de todo este periplo histórico nacen las divisiones actuales en el seno político belga.


Las instituciones políticas de Bélgica son complejas; la mayoría de los poderes políticos están organizados alrededor de la necesidad de representar a las principales comunidades lingüísticas.


Belgica hoy es un pais que se divide en tres estados federales que aqui se llaman regiones:

  • Flandes de habla flamenca. Formada por las cinco provincias flamencas : Flandes occidental, Flandes oriental, Amberes, Brabante Flamenco y Limburgo. Su capital se encuentra en Bruselas.
  • Valonia de habla francesa. Compuesta por las cinco provincias valonas: Brabante valon, Hinau, Namur, Luxemburgo y Lieja. A esta ultima pertenecen los cantones del este de habla alemana. Su capital es Namur.
  • Bruselas region capital unica zona bilingüe del pais. Compuesta por 19 comunas.

Bruselas, capital de Bélgica y de la Unión Europea (UE), enclavada en territorio flamenco pero con una mayoría del 80% francófona, es para muchos la que mantiene unido el país, junto a la monarquía.  


Como curiosidad, Bélgica es uno de los pocos países en donde votar es obligatorio, y por ello tiene una de las tasas más altas de participación electoral del mundo.


En esta lucha interna entre norte y sur, Bruselas queda en el centro aislada de unos y otros.

La capital está rodeada de territorio perteneciente a Flandes pero la mayoría de su población es francófona.


Bruselas es la única capital europea que sufre las rivalidades entre el centro y la periferia, pero sin ella Flandes y Valonia serían desde hace años dos Estados independientes.

Por otra parte, la capital belga, también capital europea, es otro elemento de lucha para los dos bandos


Flamencos y valones seguirán viviendo como hasta ahora, bajo la misma bandera, aunque completamente de espaldas: cada comunidad con sus partidos políticos, sus escuelas, sus canales de televisión, sus periódicos y su lengua.

Veremos que pasa en la nueva elecciones del mes de Junio, pero parece ser que todo este lastre histórico seguirá llevando problemas al país por mucho tiempo todavía.

 

Fuente:

Revista BBC Historia

Etiquetado en Geografía

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J
Un despropósito de país. Esperemos que España no termine también así.
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